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Site internet de l’Association d’études fouriéristes et des Cahiers Charles Fourier

Cala y Barea, Ramón de (en espagnol)
Article mis en ligne le 2 juillet 2009

par Caro, Diego

Nació el 29 de enero de 1827 en Jerez de la Frontera (provincia de Cádiz, España, murió el 12 de julio de 1902 en Jerez de la Frontera (provincia de Cádiz, España). Propietario, periodista, escritor y diputado en las Cortes españolas del Sexenio Democrático (1868-1873). Miembro de la segunda generación de la escuela fourierista de Cádiz. Su libro “El problema de la miseria resuelto por la harmonía(sic) de los intereses humanos”(1884), se ha considerado como la última expresión del fourierismo español.

Portrait de Cala
Extrait de : Los diputados pintados por sus hechos... (1869-1870)

Nació en una familia de propietarios de Jerez de la Frontera. Realizó los estudios de Bachillerato en el Instituto de local y comenzó la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla, aunque nunca la terminó por su temprano compromiso político y una enfermedad que le afectó en algunos años de su juventud. Y es que ya en 1854, Ramón de Cala aparece vinculado al Partido Progresista, de ideología liberal y monárquica, formando parte del nuevo Ayuntamiento de su ciudad, elegido en el mes de diciembre. Durante esta etapa municipal, su acción política más original fue la elaboración de un informe sobre el ejercicio de la prostitución y los males que provocaba en la salud pública, consiguiendo hacer aprobar un Reglamento para regularla, que fue el segundo que elaboraba un Ayuntamiento en la España del siglo XIX.

Conspirador contra la reina Isabel II

En los años sesenta abandonó su militancia progresista y se acercó a las ideas republicanas y entre 1862 y 1863 ya asistía a las reuniones que en un taller de fotografía de Cádiz celebraba el núcleo fourierista implantado en esta ciudad, del que formaban parte, entre otros, José Demaría, José Bartorelo, Fermín Salvochea y Fernando Garrido. Al mismo tiempo, promovió la organización societaria de los trabajadores y publicó sus primeros escritos en la prensa defendiendo las tesis fourieristas. El 25 de abril de 1866, por ejemplo, escribía un artículo en la Revista Vinícola Jerezana, titulado “Socialismo”, en el que se manifestaba “partidario del sistema de Fourier, que me parece entre todos los ideados el que más se ajusta a la naturaleza y realiza mejor la libertad”.

Su participación en una fracasada conspiración que pretendía derribar a la reina Isabel II, en 1866, le obligó a ocultarse primero y a salir para el exilio después, estableciéndose en París, donde poseía una vivienda, que fue incendiada años después, durante los sucesos de la Comuna. No tardaría en regresar a España, siendo detenido en los momentos iniciales del golpe militar que terminó derribando a la monarquía borbónica, a mediados de septiembre de 1868. Por este motivo, al triunfar sus amigos, Ramón de Cala pasó de la cárcel a convertirse en el alcalde de su ciudad natal, a mediados de octubre.

Diputado republicano

No estaría mucho tiempo en la vida política local, porque convocadas nuevas elecciones para formar las Cortes Constituyentes, se integraba en una de las dos candidaturas que los republicanos presentaron por la provincia de Cádiz y a mediados de enero de 1869 era elegido diputado en las Cortes españolas.

Ramón de Cala se concentró, a partir de ahora, en la política nacional y en sus tareas periodísticas, a través de los artículos que empezó a publicar en la prensa republicana que se editaba en la capital de España, en periódicos como La Igualdad- del que llegaría ser director en los primeros meses de 1870- o El Combate, en cuya fundación participa, dentro del sector más radical del republicanismo federal.
En las intervenciones que realizó en el Congreso de los Diputados, además de defender abiertamente sus convicciones republicanas, también tuvo la ocasión de exponer sus ideas fourieristas, como haría, por ejemplo, en la sesión del 2 de abril de 1869. Cala aprovechaba la interpelación que hacía al Gobierno por la represión de un motín que tuvo lugar en su ciudad el mes anterior, para acusar a los monárquicos de provocadores y defender su particular teoría sobre las revoluciones, dentro de la órbita del fourierismo más ortodoxo [1].

Conocedor de la Comuna

Terminada esta etapa parlamentaria, quizá desencantado por la restauración monárquica producida en España en la persona del rey Amadeo I, de la dinastía italiana de los Saboya o porque quería conocer de primera mano lo que había ocurrido en París, en los sucesos de la Comuna, lo cierto es que Ramón de Cala decidía viajar a Francia, a las pocas semanas de aplastarse esta revolución y ya el 29 de julio de 1871, remitía una carta desde París al periódico La Ilustración Republicana Federal, que se publicaba el 6 de agosto, en la que daba los primeros datos sobre la represión contra los revolucionarios.

Con toda esta información que recogió durante su estancia francesa, preparó un libro -Los comuneros de París-, aparecido en dos tomos en 1871 y 1872, que representa en palabras de Antonio Elorza, “la contribución española más considerable a la literatura sobre el levantamiento de la capital francesa y su represión” [2]. Y en el mismo año en el que se publicaba el segundo tomo de este trabajo, en 1872, ya de regreso en España, Ramón de Cala se volvía a presentar a las elecciones que se convocaban a mediados de agosto y ahora salía elegido senador por la provincia catalana de Gerona.

Couverture de la première édition de Los comuneros de Paris (1871)

Proclamada la Primera República Española, el 11 de febrero de 1873, Cala volvía a las Cortes, esta vez, como diputado del Partido Republicano Federal. En este Parlamento, su trabajo más relevante lo hizo como miembro de la comisión encargada de preparar el nuevo proyecto de Constitución, que finalmente no salió aprobada por la división interna existente entre los propios republicanos.

El fracaso de este Primera República democrática y el retorno de la dinastía de los Borbones en la figura del rey Alfonso XII, a finales de 1874, representó el final de la vida pública de Ramón de Cala y la llegada de una “larga noche” para el republicanismo español. De este modo, a principio de los años ochenta, Cala aparecía residiendo en la ciudad de Cádiz, colocándose él mismo la profesión de “escritor”.

Siempre con Fourier

La salida de este ostracismo político le llegará en el mes de agosto de 1884, cuando las autoridades monárquicas le invitan a participar en una Comisión Provincial encargada de estudiar “todas las cuestiones que directamente interesan a la mejora y bienestar de las clases obreras, tanto agrícolas como industriales”. Pues bien, pese a que en aquellos momentos se encontraba enfermo en la cama, Cala decidió aceptar la invitación, contestando al cuestionario que le enviaba esta Comisión y publicando estas respuestas en el libro titulado El problema de la miseria resuelto por la harmonía(sic) de los intereses humanos, que apareció en Madrid, en 1884 [3].

Si en la primera parte de este libro, lo que Ramón de Cala hacía era una minuciosa descripción de las condiciones de vida de los trabajadores agrícolas del campo de Jerez, era en la tercera, la que dedicaba a la “solución del problema social”, donde se mostraba como el más ortodoxo seguidor de las doctrinas sociales de Fourier. Por esta razón, para Cala la solución a los problemas de los trabajadores no pasaba por las doctrinas anarquistas o marxistas de la Primera Internacional, sino que estaba en la creación de falansterios, unos organismos que definía de la siguiente manera : “morada de una falange de 2.000 personas aproximadamente, que vienen a ser como la población pequeña de nuestros tiempos, aunque perfectamente adecuada a los destinos del hombre, y propia para la producción en harmonía”.

En este mundo idílico, en la “harmonía” como él lo llama, también habría ejércitos, pero muy distintos de los de la llamada “sociedad civilizada”, orientados a “la conquista, la destrucción y los estragos”. El ejército “fourierista” estaría formado por “las personas que se inclinen por su carácter a las empresas de aventuras, los artistas que sientan deseos de registrar el globo ; y ya formados, se encargarán de los grandes trabajos de utilidad pública”.

Este libro, que incluso incluía un plano de cómo debía ser un falansterio, ha sido considerado como el último de la trayectoria del socialismo utópico español, de aquí su relevancia. Sin embargo, sus propuestas merecieron la total indiferencia de las autoridades monárquicas de la época.

Cala, plan d’un phalanstère
Extrait de : Le problème de la misère résolu par l’harmonie des intérêts humains (1884)

Intentó volver a la política en las elecciones de 1891, cuando se implantó el sufragio universal masculino, pero las prácticas caciquiles de los monárquicos lo volvieron a retirar ya definitivamente. Aquejado de una enfermedad cardiaca, fallecería en Jerez el 12 de julio de 1902. Aunque fue enterrado en el cementerio católico de su ciudad, en su tumba los únicos símbolos externos que hay son su nombre y primer apellido y un gorro frigio, símbolo de la Revolución Francesa.

No obstante, el mejor resumen de su vida y de su obra fue el que apareció en la nota necrológica que el 13 de julio publicó el periódico jerezano El Mensajero : “Fue Ramón de Cala, más que un político, un eterno soñador, poeta de temperamento, nunca pudo adaptarse a las impurezas de la realidad”.

Aunque fracasó la iniciativa de los republicanos jerezanos de levantarle un monumento, hoy su nombre rotula una de las calles principales de la ciudad donde nació y murió.